JOSÉ NAPOLEÓN BOLÍVAR ERAZO


 José Napoleón Bolívar Erazo.

Escritor tunjano miembro de la Asociación de Escritores Boyacenses (AESBO) e integrante de la Junta Directiva de la Asociación de Periodistas de Boyacá.

LA ORACIÓN

La vida espiritual de los seres humanos, se pone de manifiesto por medio de la oración independientemente del Dios, la Santísima Virgen, los Santos o deidades de sus creencias.

A este respeto, la Constitución Política de Colombia de 1991, en su artículo 19 promulga: “Se garantiza la libertad de cultos. Toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual o colectiva.

Todas las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley”.

Ahora, ¿Qué es la oración? Según el Catecismo Universal de su Santidad el Papa Juan Pablo II:” La oración es elevar el alma a Dios para adorarlo, amarlo, darle gracias, suplicarle perdón y pedirle sus beneficios”.

Y precisamente, nos vamos a referir a la mejor de las oraciones que nos enseñó Nuestro Señor Jesucristo el “Padrenuestro”.

En efecto, sea motivo de reflexión las siete peticiones del “Padrenuestro que estás en el cielo”, a saber:

1. “Santificado sea tu nombre”.

2. “Venga tu reino”.

3. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.

4. “Danos hoy nuestro pan de cada día”.

5. “Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

6. “No nos dejes caer en tentación”.

7. “Y líbranos del mal”.

Del “Padrenuestro” se dice que es “La oración del Señor”, que es “El resumen de todo el evangelio”, en suma, “La oración más perfecta”.

Debemos orar con profunda fe, concentración y humildad, puede ser mental o en voz alta para adorar, alabar, contemplar, honrar, meditar o reflexionar.

Debemos orar por nosotros mismos y por los demás en el bien.

Debemos orar para pedir perdón por nuestras debilidades o faltas cometidas, para alcanzar la reconciliación y la paz que nos merecemos.

La oración es nuestro pan espiritual de cada día; es un acto de corazón y de respeto; de convicción, vocación y devoción para dirigirnos a Dios con el ánimo de expresar gratitud perenne por todos los favores recibidos, por los maravillosos milagros obtenidos y por darnos el don de la vida, la salud, el trabajo, el entusiasmo y la alegría de vivir para servir a la humanidad.

Oramos para hacer peticiones por nuestras necesidades tan complejas y variadas, procurando que sean satisfechas; para ser protegidos contra todo mal y peligro; para que nuestras deudas tengan la solvencia más apropiada y para que nuestros problemas, en general, sean solucionados con inteligencia emocional y así, permitir una espiritualidad que, con el poder infinito de la oración, nos permita tener una vida exitosa, próspera y feliz.

Finalmente, comparto un inspirado, significativo y valioso mensaje que alguien nos regaló:

“Quien te lastima te hace FUERTE,

quien te critica te hace IMPORTANTE,

quien te envidia te hace VALIOSO,

y a veces es divertido saber que aquellos que te desean lo peor…

tienen que soportar que te ocurra LO MEJOR.

Le oro a Dios para que te cuide,

le oro a Dios para que te ilumine,

le oro a Dios para que esté siempre a tu lado,

y le oro a Dios para que nunca te falte la ¡felicidad!”.

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