CENÉN PORRAS VILLATE

 

Cenén Porras Villate.

Nació en Oicatá, Boyacá. Normalista Superior, Escuela Normal Superior de Varones de Tunja.

Licenciado en Idiomas de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia U.P.T.C. Especialista en Educación Sexual, Universidad Antonio Nariño. Ejerció la docencia durante cuarenta y cinco años y en la actualidad se desempeña Secretario General de "Coeducadores Boyacá".

Obras publicadas: Tu Canto es mi palabra, Sembrando amaneceres, Más allá del silencio, Con sumercé - Costumbres y creencias. Coautor del libro: una lección de solidaridad. 


AMAR LA VIDA

Escritor: Cenén Porras Villate.

CALLAR DE AMOR

“El SEÑOR está en medio de ti, poderoso, ÉL salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.”.(Sofonías 3:17).

A quien nos dio la vida, para quien vivo y canto: Al único DIOS eterno y fiel.

 

Bien sé que estás conmigo, que tu poder me abraza,

que en tu diestra me acoges, que defiendes mi causa…

Que en tu Palabra viva fundamento mi ser,

encuentro mi delicia y nutro mi esperanza.

 

Anduve como el mulo, voluntarioso y lánguido,

mas tu misericordia me concedió ser salvo.

¡Oooh… sin ti, andaría perdido, náufrago y solitario;

o, tal vez, como el cerdo que, en su mísero empeño,

encuentra su delicia entre el pútrido fango.

 

En ti hallo mi deleite - ¡plenitud de alegría! –

mi clamor recibes y gozas con mis cánticos.

¡Nadie invada mi espacio, si estoy en tu presencia!

¡Nada mi espíritu turbe, cuando estoy adorándote!

 

Mi luz y fortaleza, mi verdad, mi sosiego…

¿Qué más puedo anhelar?  ¡En ti todo lo tengo!

¡Sé que callas de amor! ¿Sabes? También yo callo,

cuando me estás hablando, con los labios abiertos

de tu santa Palabra.

 

Siempre, cuando en ti pienso, se regocija mi alma

y mi fe va en aumento, como la luz del alba…

¡Sí, me diste la vida y he de vivir amándote!

 

SI ME PERMITEN NACER

Soy semillita indefensa, en el vientre de mi madre. ¡No entiendo por qué se empeñan, la vida en arrebatarme!  Si hay aire y luz suficientes, y mares para remar, y un pedacito de suelo para morar y soñar; entonces, ¿Por qué, insolentes, mi vida quieren truncar?

Nadie enlode, ni maltrate el nombre de mi mamá, porque concibió su vientre, porque me quiere cuidar… ¡Ser madre es un privilegio que todas no han de lograr! Y es porque el PADRE lo quiso que pudieran germinar las pequeñas semillitas que pretenden acabar.

¿Qué culpa tiene la aurora, si el sol empieza a brillar?  ¡La vida es un don precioso que llega, canta y se va! No se apresure la sombra, que su turno ha de llegar…Al SEÑOR que da la vida, le plació darme un hogar: ¡Tu vientre fue el elegido, mi primorosa mamá!

Te prometo, madre buena, si no me dejas matar, disfrutarás mis sonrisas, mis canciones y estas tibias manecitas que te van a acariciar. ¡Deja que arome tu huerto, con mi corazón, mamá!

Que… es casi niña, soltera y sin responsabilidad… que daña su porvenir… Que no han de tener futuro, porque se marchó el papá…que tendrá que luchar sola, ¡pues nadie la va a apoyar! ¡Esa es una cruel mentira! Tú y yo vamos a luchar; y, aunque haya dificultades, nunca nos faltará el pan.

Si me permiten nacer, ¿sabes qué voy a ser yo? Un arroyo cantarín que va sembrando ilusión… Un árbol en cuya fronda haya frutos de perdón, aliento para el que sufre y pan para el sembrador…Siempre seré, madre buena, un trino a tu corazón, una palabra de aliento que te cante a viva voz, mientras la vida prosigue hilando y tejiendo amor.

¿Alguna vez se había visto tanta y cruel contradicción? Pregonan amar la vida y no tienen compasión. Predican la libertad de pensar, decir y actuar, pero al pequeño indefenso, que no puede protestar, lo mutilan, lo cercenan y lo matan sin piedad.

Ni siquiera tú, mamita, que inspiraste esta canción, eres dueña de mi vida. La vida es un don de DIOS.

Escritor: Cenén Porras Villate


NUEVA SIEMBRA

¡No ofrezco flores sin vida, ni las recibo o comparto!

¿No han viso que, al cercenarlas, queda el paisaje llorando?

En mi jardín las cultivo y con mi sudor las baño.

Pinta el astro sus sonrisas, y la nube, sus encantos.

-Ellas vibran con la savia que les sustenta en la planta-.



¿Para qué enlutar el rostro de las campiñas y valles?

¿Para qué… si hay más delicias y mil variados detalles?



Bella es la flor en la rosa, en los lirios y en las dalias

que atesoran mariposas y sustentan las crisálidas.

-Ella cumple su misión y da fuerza al corazón

con tan solo contemplarla-.



¡El esplendor de su aliento surque tierra, cielo y mar;

pero en el violín del viento, no en la siega con crueldad!



Las aladas, allí, beben rica miel que da el panal;

y, en su periplo, promueven fuerza para mi heredad.

¡Pobre vida en la natura, si ellas no viajaran más!



Nadie violente las flores de la infancia tierna y buena,

ni maltrate los polluelos, ni destruya las colmenas,

ni le arranque a los abuelos la honra y paz de sus faenas.



Las sonrisas en los rostros son las flores de la vida.

¡Haz que en tu ser brillen siempre, en festiva bienvenida!

-¡Aún en tus desiertos, flores ofrece con alegría!-



Siembra a cada instante flores, donde hay miseria y dolor;

compártelas con tu abrazo, ¡pero hazlo de corazón!

-¡Nunca las brindes fingidas, ni en labios del desamor!-



Y en las noches tormentosas brille la Luz del SEÑOR

porque ÉL, al darnos SUS ROSAS, nuestras espinas llevó.



¡Imparte fuerza al que siembra! Y al supremo SEMBRADOR

brinda tu rosa más bella, en gratitud y oración.

-¡A ÉL, por los siglos, la gloria, la honra y la adoración!-.


POEMA

Bajó tembloroso al vientre de la tierra,
y en su tibio regazo empezó a navegar.
Murió para dar vida: echó raíces y tallo…
Y en su armoniosa fronda cantó la libertad.

Cálidas palabras brotaron de su alma,
indómitos versos, plegarias de paz;
Voces de lamento, de fe, de esperanza,
horrores de guerra, sueños de altamar…

Ecos infantiles, cielo de cometas,
clamor de tugurios, ayes de hospital…
Pasiones y besos, caricias y lágrimas,
de amor fiel, perenne o infidelidad.

¡Sudor del labriego! su frente surcada
de tristeza y llanto que nadie ha de oír,
calla en la penuria de sus soledades,
¡grita en el mutismo su noche febril!

Mujeres subastan su virtud, su sino
por el pan que amaina la hambruna y la sed;
mientras que en su vientre vibra otra semilla
que acunará el hambre sobre el frío andén

Miradas de infantes famélicos, tristes;
con la horrenda marca de abuso sexual.
¡No saben ni entienden de su vino amargo,
ni que son producto de un mundo de maldad!

Marchita la sombra de la dulce abuela,
temblorosa y frágil, retorna al ayer:
Regresan las aves de su primavera
a endulzar sus horas, a libar su miel…
Y al despertar halla su débil silueta,
llorando en la bruma su desierto cruel.

A quienes labraban con pasión la savia
del alba al poniente, sin desfallecer,
se los tragó el odio de míseros buitres
que vagan sin rumbo, sin DIOS y sin ley…

Acallan las almas, cercenan las vidas.
la voz del ciruelo no se escucha más,
dice adiós la fuente límpida y su lira,
y el violín del bosque, bastión de la paz.

Afrentan la tierra. La natura herida
con llanto en la entraña implora:¡No más!
No ven que si expiro se marchan conmigo
los hombres, las aves, los peces del mar?

Mas ya nadie entiende: mudos, ciegos, sordos,
en sodomía furiosa prosiguen al mal:
el dinero sucio, la hierba maldita,
liviandad sin límite, felonía infernal.

La Patria agoniza, sin doliente alguno.
Se apaga la vida aun sin despuntar:
¿Por qué a mí? Preguntan; mas pocos se atreven
a izar los pendones de la integridad.

A gritarle al mundo que todos los niños
son el gran motivo para conquistar
la fe, la esperanza, el trabajo digno,
un azul de estrellas y un suelo de paz…

Que el perdón florezca en todas las almas,
se sirva a la mesa junto con el pan;
y la madre arrulle, de nuevo, la vida;
y sus hijos jueguen junto al manantial..

Que los años mozos lleven a los viejos,
al dulce reposo, cual ríos en la mar.
Que no sean las balas las que los salpiquen,
y dejen la infancia sin calor de hogar.

Que al brotar el alba canten las gargantas
y frente a la sombra, persistan aún más.
Florezcan la vida, la virtud, el trigo…
¡Y todos podamos volver a soñar!

Que el poema inspire, se vierta en palabras
y acciones que inviten a la libertad.
El amor germine, dé frutos dorados
y que, como hermanos, podamos amar;
como DIOS lo manda, como ÉL fiel nos ama
con ese amor dulce, santo y eternal.

Escritor: Cenén Porras Villate

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