JOSÉ ALCIBÍADES GUERRA PARADA


José Alcibíades Guerra Parada.

Nacido en Tunja. Egresado del Liceo santo Domingo  Guzmán, de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Universidad Católica y Universidad Militar Nueva Granada.

El gusto por la letras y el deseo de dar a conocer su opinión, lo llevaron a irrumpir en el periodismo desde la vida universitaria, desempeñándose como publicista, reportero y articulista en diferentes medios escritos del departamento de Boyacá.

Es autor del poemario "Evocaciones" y de la obra: "Una ventana al Pasado" en la cual recopila sus mejores producciones literarias.

         HAY UN HOMBRE… 

Hay un hombre que lo entrega todo desinteresadamente,

que protege y ayuda a sus semejantes día a día,

que su labor conlleva un permanente sacrificio,

exponiendo su vida en todo momento,

luchando en la sierra, en el llano, en la costa o en medio de la selva,

para que su pueblo tenga tranquilidad, bienestar y alegría.

 

Que con su noble tarea defiende los intereses de las gentes,

vela por su seguridad, mantiene el orden y proyecta, sin duda alguna,

un futuro progresista y mejor para su patria.

Un hombre que no tiene navidad ni año nuevo,

que no celebra cumpleaños ni feriados, que no tiene inviernos ni veranos.

 

Este hombre es un gran compañero

y como dijera el general estadounidense Douglas Mac Arthur,

es quien más anhela la paz porque vive en carne propia

los crueles rigores de la guerra.

Para él todos los días son iguales y es como el pabellón,

se lava con la lluvia y se seca con el sol.

 

Es un hombre místico, con carácter, abnegado,

que ha dejado su casa, el seno de su familia, su novia o su esposa, sus hijos

y se encuentra lejos, en combate, tal vez.

Es un amigo solidario, un ser bueno, comprensivo

que también siente dolor, sufre, llora, ríe, canta

y a veces se divierte, juega, se horroriza, grita, corre, salta, cree y anhela.

 

Es un hombre honesto, disciplinado, optimista,

que enfrenta desafíos y retos permanentes con tesón,

que solo tiene dos opciones en su continuo batallar: vivir o morir

y para ello ha sido entrenado, para cumplir con coraje y exitoso una misión.

Es un hombre que tiene como amiga a la luna,

y en las noches más frías, le comparte sus pensamientos e ideas.

 

Que porta su uniforme con orgullo y experimenta día a día la satisfacción

 del deber cumplido.

Un hombre honrado, valeroso, comprometido, ejemplar, que tiene una gran fe.

Su entrega es a toda prueba, su abnegación envidiable y su lealtad incomparable.

¡Todo un caballero en realidad!

 

Ese hombre vale mucho y no lo reconocemos como debe ser.

Ese hombre es de ancestro humilde, popular, citadino o campesino,

estudiado o autodidacta, nada más.

Es un familiar, un pariente, un conocido, un amigo o simplemente un extraño,

en verdad.

 

Ese hombre es blanco o negro, ateo o creyente, alto o bajo, pobre o no.

Pero es admirable y grande... porque tiene un inmenso corazón.

Es el valiente Soldado de Colombia,

que con honor y orgullo sirve entusiastamente a su país.

¡Y es un gran hombre… un héroe nacional!

  

RAZA BOYACENSE 

Raza boyacense

noble, pujante,

bravía y orgullosa,

raza progresista,

de insigne ancestro:

aborigen y español.

 

Soy tu feliz heredero,

de raigambre pura,

raza laboriosa y buena

de mi hermosa tierra,

de mi amada patria,

que me vio nacer.

 

Raza amable,

acogedora, pacífica,

raza servicial, bohemia,

luchadora y generosa,

de fino trato cordial,

mística por tradición.


Escritor: José Alcibíades Guerra parada


BOLÍVAR, EN EL ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO

El 17 de diciembre se conmemoran 192 años de la muerte del Libertador, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, a los 47 años de edad, en la Quinta de San Pedro Alejandrino de la ciudad de Santa Marta. Este gran político, patriota y héroe de la independencia hispanoamericana, había nacido en Caracas el 24 de julio de 1783, siendo el cuarto heredero de una rica y aristocrática familia criolla de origen vasco, establecida en esa capital desde el siglo XVI.

Hijo del coronel Juan Vicente Bolívar y Ponte (antiguo oficial de las Milicias de Aragua) y de María de la Concepción Palacios y Blanco (joven, bella e impetuosa), oriunda de Miranda de Ebro en Castilla La Vieja. De esta unión nacen sus hijos Juan Vicente y Juana, los mayores, de temperamento tranquilo y María Antonia y Simón José, impetuosos y carácter difícil. La instrucción militar del niño se inicia en 1798 ingresando en el Regimiento de Milicias de Voluntarios Blancos de los Valles de Aragua, en año y medio es ascendido al grado de subteniente, no habiendo obtenido entonces las mejores calificaciones castrenses.

Bolívar, el general admirado y primer presidente de la Nueva Granada se educó bajo la influencia de Simón Carreño Rodríguez, de reconocida ilustración, siendo igualmente alumno de don Andrés Bello, de Guillermo Pelgrón, del doctor Vides y del Padre Andájar. Igualmente y dado su carácter fuerte fue encomendada su custodia al jurista don José Miguel Sanz, hombre autoritario y tosco, quien fue curador del niño. Se formó leyendo a pensadores de la Ilustración como Locke, Rousseau, Voltaire, Montesquie y viajando por Europa. En París tomó contacto con las ideas de la Revolución Francesa y conoció personalmente a Napoleón y a Humboldt. Afiliado a la masonería e influenciado de las ideas liberales, en 1805 juró en Roma que no descansaría hasta liberar a su país de la dominación española y aunque en ese momento carecía de una adecuada formación militar, Bolívar llegó a convertirse en el principal caudillo de la guerra por la emancipación de las colonias, suministrando al movimiento una base ideológica mediante sus propios escritos y discursos.

El título de Libertador se lo otorgó el cabildo de Caracas en 1813, mientras que el de Ciudadano de la Nueva Granada y el grado de Brigadier de la Unión se lo confirió el Congreso de las Provincias Unidas. Sus escritos políticos, como son: el Manifiesto de Cartagena de 1812, las Cartas de Jamaica de 1815, el Discurso de Angostura de 1819, el Discurso ante el Congreso Constituyente de Bolivia de 1825 y ante el Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826, son un claro reflejo de las circunstancias históricas prevalecientes a principios del siglo XIX, una época sacudida por diferentes rebeliones populares y un gran fervor revolucionario entre las clases avanzadas de todo el continente americano, plagada de alzamientos militares y de emigraciones masivas de gentes. Igualmente, su pensamiento se refleja en sus Proyectos Panamericanos (dirigidos a los gobiernos de Colombia, Méjico, Río de la Plata, Chile y Guatemala) que datan entre 1824 y 1826, así como las cartas a Daniel Florencio O´leary (1829) y a Juan José Flóres (1830), entre otros documentos.

Como se aprecia, algunos documentos corresponden al período en que Bolívar combatió contra la dominación española y por la independencia de América, y otros son el producto de las ideas monárquicas y autoritarias que caracterizaron el final de sus días, revelando siempre un fuerte americanismo en sus ideas. Desde el punto de vista de la forma, estos documentos constituyen un claro rompimiento con la literatura oficial predominante en la época de la Colonia y en cuanto al contenido tienen el mérito de haber sido elaborados por un hombre que luchó simultáneamente con la pluma y con las armas. Un hombre que escribió, como afirmara recientemente un destacado pensador, “en un estilo conciso y alejado de las academias, para convencer y para conmover al mismo tiempo.”

El año de 1830 fue especialmente difícil para el Emancipador del Continente Americano, considerado uno de los guerreros más destacados de la historia, quien se había trasladado a principios del mes de enero a Bogotá. Cansado, enfermo e impotente ante la segregación ya consumada de Venezuela y la Nueva Granada (Colombia) y la próxima separación de Ecuador, veía derrumbarse su ansiado proyecto político, la integración de la Gran Colombia como una nación fuerte en América y la utópica Confederación de los Andes, lo cual quedaría apenas como un feliz recuerdo. Es así que renunció irrevocablemente el 20 de enero a la presidencia de la república en Bogotá ante un Congreso Constituyente llamado Admirable, la cual entregó al Presidente del Consejo de Ministros y Secretario de Relaciones exteriores, General Domingo Caicedo Santamaría.

En este sentido, el Magister en Historia, catedrático universitario y miembro correspondiente de la Academia Boyacense de Historia, Abel Fernando Martínez Martín, expresa que, “Bolívar, derrotado por las presiones políticas y ante los pocos resultados de la reformas, convoca el Congreso Constituyente de Colombia de 1830, en Bogotá; este envía una misión a Venezuela , para evitar la separación de Colombia; el Congreso acepta la renuncia de Bolívar y es jurada una nueva Constitución por Nueva Granada, no así por Ecuador y Venezuela. Joaquín Mosquera asume la Presidencia y Domingo Caicedo, como primero de los ministros del Consejo de Gobierno, la Vicepresidencia, durante la partida de Bolívar a Cartagena.”

No sin muchas vacilaciones se aceptó su renuncia en este Congreso y aunque se le pidió como último favor, que continuará desempeñándose hasta que fuese aprobada la nueva constitución y llevara su firma, se negó y en su último mensaje manifestaba enfáticamente que no aceptaba y que el bien de la patria le exigía el sacrificio de ausentarse para siempre del país, lo cual calmó los ánimos de sus avezados contradictores que acudían a todo recurso para atacarlo permanentemente.

Posteriormente emprende viaje a Cartagena con la idea de trasladarse a Europa y allí poder curarse de sus dolencias, especialmente de una tuberculosis que lo venía aquejando. En el camino recibe la amarga noticia del asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, uno de los hombres que se habían ganando su afecto. Posteriormente llega a Barranquilla, donde procura un clima benigno para su salud, para luego dirigirse a Santa Marta a donde llegó el 1 de diciembre y donde empeoró su crisis pulmonar, no obstante ser atendido por el médico francés Próspero Reverend. Habiendo honrado la invitación que le hiciera el español Joaquín de Mier, para visitar su finca, se dirige a ella en San Alejandrino, donde permaneció diez días al cabo de los cuales murió el día 17, a las doce del día, a la edad de cuarenta y siete años, irónicamente, el mismo día del aniversario de la creación de La Gran Colombia en el Congreso de Angostura, que él presidió en 1819.

Murió enfrentado a sus propios compatriotas, empobrecido y triste porque su sueño de mantener viva La Gran Colombia, su más preciada creación política, una obra de largos años, se había desmoronado por la acción de sus mismos generales, al igual que su proyecto histórico de naciones hermanas confederadas, de alcanzar una América grande, independiente, una comunidad de pueblos con perspectivas de futuro, al cual se opusieron insistentemente Estados Unidos e Inglaterra. Cinco países le debían su nacimiento, pero tendían a separarse y a hostilizarse, los regionalismos y los caudillos se opondrían a la unidad nacional hasta muy avanzado el sigo XIX. Sus restos reposan en el panteón nacional de la capital venezolana.

De él afirma el destacado académico y Doctor en Historia, Javier Ocampo López, miembro de la Sociedad Bolivariana de Boyacá: “Para Bolívar la Patria es la América antes española; ya sea en Venezuela, Nueva Granada, Río de la Plata o cualquier región de América. Una América unida a través de un pacto político que lleve a conformar una gran nación respetando la diversidad. La americanidad tuvo en el ideario del Libertador y así lo refleja la carta que escribió desde Tunja en 1821, los esfuerzos hacia la unidad de los pueblos, a sus políticas de ayuda fraternal en la independencia y la búsqueda de contactos para las mutuas relaciones. En esta idea, la americanidad apunta a la idea de la sociedad continental a través del Pacto Americano y resume en especial, el pensamiento de Bolívar sobre la integración de nuestra América.”

Y agrega el historiador: “Bolívar, cuya gloria nació en Boyacá, es la lucha de nuestra América, que aún no acaba, pues su pensamiento está vigente en la problemática de nuestra contemporaneidad. Es el estadista revolucionario que piensa en la realidad de Hispanoamérica y en su futuro basado en la unidad. Sus ideas sobre la solidaridad continental y la integración grancolombiana, prolongan sus ideales al presente y sirven de palanca para el impulso progresista de estos países.”

Sus restos reposan en el Panteón Nacional de la capital venezolana. La figura de este gran hombre y militar genial domina la historia de la independencia americana y sus ideas integradoras y confederales constituyen un horizonte esencial en la evolución histórica del pensamiento latinoamericano. Colombia honra la memoria del Padre de la Patria.

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      MUJER BONITA 

Soy muy feliz contigo mujer bonita,

cada vez que te miro, tu boca me invita,

quisiera extasiarme en tus labios, mi niña,

como un chiquillo, que su mundo escudriña.

 

La dulzura de tu imagen seduce mi ser,

tu encantadora sonrisa,  me colma de placer,

tus alegres movimientos, tentadora armonía,

en mi pensamiento… todo es fantasía.

 

Obnubilado me tienes mi sensual damita,

tu aroma excitante envuelve mi vida,

tu cuerpo ardiente, que hermoso deleite,

estar en tu mente, quisiera mi bién.

 

Oh!, cuánto deseo ser tuyo mi cielo,

mimarte, quererte, vivir, complacerte,

arrullarte en mis brazos, impregnarme de ti

y vivir a tu lado por siempre hasta el fin.

 

Escritor: José Alcibíades Guerra Parada

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